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"Si volviera a nacer, haría ejercicio y me alimentaría correctamente..."

"Pero tal posibilidad no existe, ni tendré otra vida para vivirla de nuevo"

James taggartJ. Taggart no tiene que hablar para advertirle a la gente sobre los peligros de la diabetes.

"Ellos me miran y en sus rostros veo que no tengo que decir nada," dijo Taggart, que tiene ahora 71 años y ha perdido ambas piernas debido a mala circulación ocasionada por una diabetes tipo II. Yo les digo: '"no dejen que esto les pase a sus hijos'"

A Taggart, un banquero retirado de Long Island, se le amputó su pierna en el año 2003, y la derecha en el año 2004. También ha sufrido otros graves problemas de salud, incluyendo infartos y hemodialisis. Ambas causadas por una diabetes mal cuidada.

Sentado en su silla de ruedas motorizada, Taggart es optimista a pesar de su desgracia.

"Yo tenìa una vida maravillosa. Trabajaba en un banco y tenía muchos amigos". "Cuando me atacó la diabetes, sólo me hizo disminuir mi ritmo de vida un poco, pero no me destruyó. Decidí hacer ejercicio y en ocasiones me iba a la playa a caminar un poco, pero sólo duró unas pocas semanas ni interés por el deporte."

fatMarion, la esposa de J. Taggart que es 20 años menor que él, opina que la diabetes cambió su vida y las expectativas de su futuro: "Yo tenía padres diabèticos y sabía a dónde lleva la enfermedad a las personas que ataca; más aún cuando veía que James no se cuidaba y no le importaban las advertencias de sus médicos, y mis consejos sobre cuidar su alimentaciòn y hacer ejercicio" "No le gustaba comer vegetales y frutas, ni era muy adicto a hacer ejercicio. Le encantaban las comidas abundantes, los postres y los panecillos con mantequilla. Creía probablemente que sólo con tomarse las pastillas para la diabetes, el colesterol y la alta presiòn, todo estaría normal o al menos bajo control."

La diabetes no perdona

fatTodo comenzò a principios de 1970, cuando Taggart trabajaba como banquero en Nueva York. Siempre fue un hombre gordito, y siempre mantenía un sobrepeso de al menos 20 kilos. Llegó a pesar 130 kilos. Los panes, las pizzas y las pastas eran su comida favorita. Nunca querìa comer vegetales.

Una noche, un amigo notó que Taggart estaba bebiendo agua en exceso y le sugirió checar su glucosa. La prueba fue positiva, y se le diagnosticó diabetes. Entonces, Taggart aún tenía 30 años.

"Ni siquiera tenía idea lo grave que puede ser la diabetes", dice ahora. "Siempre me decían los doctores que tenía que bajar de peso, y que me desharía de la diabetes. Pero bajar de peso y disminuir la ingesta de azúcar para evitar los peligros de la diabetes era algo que no consideré tan importante. Pensé que nada grave podía pasar."

"¿Hice caso? No, no hice caso ni creí que me pudiera pasar lo que viví después. Seguí comiendo como un glotón, de modo que mi cuerpo se iba dañando lentamente, y seguía ganando peso."

Finalmente los doctores le recetaron más pastillas y le dijeron que vigilara su azúcar.
La vida siguió su curso normalmente y Taggart y su esposa criaron tres hijos en el pueblo de Syosset, N.Y. Taggart se retiró como vicepresidente de Chemical Bank y se mudó a Jupiter para vivir cerca de la playa en 1989.

En 1990, un doctor le recomendó comenzar a usar insulina, pero Taggart no quiso hacerlo.

"En la mente de las personas, inyectarse insulina significa entrar en una etapa de la enfermedad en la que no tienes ya esperanza", dice Taggart. Pero un año después de que las pastillas dejaron de funcionar, él comenzó a inyectarse insulina en el estómago dos veces al día.

Aún asì, el azúcar nunca le bajaba. Taggart no se alimentaba mejor ni deseaba bajar de peso.

Le da un Infarto y enferma de cataratas

A medida que la diabetes comenzó a atacar sus nervios – una condición que se llama neuropatía diabética, comenzó a tener dolores terribles en su pierna en la noche – como piquetes de agujas y como quemaduras.

bypassEn 1998, con 58 años de edad, Taggart sufrió un infarto. Se le hizo una cirugía de bypass y se le implantó un pacemaker.

Poco después del infarto, se le desarrolló cataratas en ambos ojos y fue operado. También se le hicieron varios procedimientos de láser para tratar una condición en el ojo llamada retinopatía diabética.

En el año 2003, Taggart desarrolló lo que parecía una quemada en el dedo gordo de su pie izquierdo. Lo que comenzó como una inflamación rojiza, pronto se convirtió en una infección devastadora en todo su pie. Las herinas no sanan bien en los diabéticos ya que la enfermedad reduce el flujo de la sangre a las extremidades de los enfermos. Pedazo a pedazo, los doctors removieron los dedos y parte de su pie, y luego toda la pierna debajo de la rodilla.

Seis meses después, se le hizo una herida que no sanaba en su pierna derecha. Se le amputó la pierna arriba de la rodilla en el año 2004. Taggart comenzó a hacerse dialysis en el riñón ese mismo año debido que sus riñones no estaban ya trabajando para remover las toxinas de su cuerpo. Hoy, tiene que ir al hospital por cuatro horas, tres veces a la semana para que le hagan la diálisis.cataratas

La peor parte de la diálisis para Taggart no es la aguja de 6 pulgadas que entra por su brazo, ni tener que estar sentado varias horas en una silla. Sino ver que tantas personas que se han sentado junto a él para recibir diálisis, van muriendo debido a las horroroas complicaciones de la diabetes.

"Semana tras semana, alguien muere" dice, y sobre todo, extraña su vida anterior.

Después de las amputaciones y la dialysis, Taggart entró en profunda depresión. "Algunos días me siento realmente mal debido a que me preocupa cómo mi familia tiene que sufrir y batallar con mi enfermedad."

Hoy Taggart extraña su vida anterior. Extraña las vacaciones a México y las Bermudas. Se arrepiente de nunca haber ido a Europa. Siente dolor el pensar en su esposa y todo lo que se ha perdido por causa suya.

La familia de Taggart ha gastado todos los ahorros que tenían en gastos médicos que no cubre su seguro, y varios miles de dólares además en modificar la casa para hacerla habitable para él, pues de otro modo no podría moverse.

Taggart no sabe si hubo diabéticos en su familia, porque hace 50 años la enfermedad era poco común, y se hablaba poco de ella. Pero comenta: "Si volviera a vivir de nuevo, viviría para cuidarme, hacer ejercicio y comer bien". Calla unos momentos y luego continúa hablando con mucha tristeza. "Si vieran cómo me alimentaba cuando era joven. Solo jugos, refrescos, bebidas dulces de todo tipo, muchas pizzas, pastas, donas…"

"¡Si tan sólo otros aprendieran de mi experiencia!"

Cuando ve a los adolescentes en los supermercados comprando alimentos chatarra, siente pesar pues sabe en qué riesgo tan grave están de contraer diabetes, un riesgo que cada día crece más y más."Me dan pesar porque sé cuáles van a ser los resultados finales" dice apesadumbrado. "Desearía ir a hablarles y decirles que dejen de comer así porque lo van a pagar cuando estén mayores".

Este es un caso de la vida real. Si tú eres diabético o diabética, o tienes sobrepeso u obesidad, corres el riesgo de contraerla.

NOTA:

Si J. taggart hubiera iniciado un cambio de dieta a los 30 años, y hubiera buscado una alternativa natural, como las plantas medicinales que combaten la diabetes y la obesidad, hoy su vida sería tal como él soñó. desafortunadamente, en Estados Unidos la práctica de la herbolaria es poco común, y en algunos casos, penalizado por la ley. Los médicos que la utilizan pueden perder su licencia y ser encarcelados. Pero en México, la herbolaria no solamente es legal, sino que nuestras instituciones la fomentan y principalmente en zonas marginadas.

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